Probabilidad de una guerra nuclear entre India y Pakistán: Expertos evalúan el fin del mundo local
El conflicto entre India y Pakistán, las dos potencias nucleares del sur de Asia, sigue siendo uno de los puntos más tensos del mapa geopolítico. Su rivalidad, arraigada en la partición de la India británica en 1947, está alimentada por disputas territoriales, diferencias religiosas y una lucha por la influencia regional. Ambos países poseen arsenales nucleares capaces de causar daños catastróficos, y su historia de confrontación incluye guerras, ataques terroristas y enfrentamientos fronterizos. En 2025, a pesar de los esfuerzos diplomáticos, el riesgo de una escalada nuclear persiste debido a la inestabilidad en Cachemira, la militarización de la región y la falta de mecanismos creíbles de control de armamentos. Este artículo profundiza en la historia del conflicto, las características específicas de los arsenales nucleares de India y Pakistán, la probabilidad de una guerra y los factores que influyen en su prevención. Un examen de las capacidades nucleares y las tensiones actuales destaca por qué el conflicto sigue siendo una amenaza global, y la tendencia hacia la modernización de las armas aumenta las preocupaciones.
Contexto histórico del conflicto
La rivalidad entre India y Pakistán comenzó con la partición de la India británica en 1947, cuando se crearon dos estados independientes: la India predominantemente hindú y el Pakistán musulmán. Una fuente clave de tensión ha sido Cachemira, una región dividida entre los países pero reclamada en su totalidad por ambas partes. La primera guerra indo-pakistaní de 1947-1948 estableció una línea de control pero no resolvió la disputa. Las guerras posteriores de 1965 y 1971, así como el conflicto de Kargil en 1999, cimentaron la hostilidad. La guerra de 1971 que condujo a la secesión de Pakistán Oriental (ahora Bangladesh) fue una derrota particularmente dolorosa para Islamabad.
La dimensión nuclear del conflicto surgió en la década de 1970. India realizó su primera prueba nuclear en 1974, llamada en código "Buda Sonriente", y afirmó que había sido "pacífica". Esto ha llevado a Pakistán a acelerar su programa, apoyado por China y presumiblemente con tecnología de otras fuentes. En 1998, India realizó una serie de pruebas Shakti para demostrar capacidades termonucleares, y Pakistán respondió con seis explosiones en las colinas de Chagai. Estos acontecimientos convirtieron al sur de Asia en una región con dos potencias nucleares cuyos arsenales se desarrollaron en condiciones de desconfianza mutua.
Cachemira sigue siendo el epicentro de las tensiones. En 2019, India revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira, lo que provocó protestas de Pakistán y una escalada a lo largo de la Línea de Control. Ataques terroristas como el ataque de Pulwama de 2019, atribuido a Jaish-e-Mohammed, con sede en Pakistán, han provocado ataques aéreos indios contra presuntos campamentos de militantes en Balakot. Pakistán respondió derribando un avión indio, en la primera batalla aérea entre ambos países desde 1971. Estos incidentes demostraron con qué rapidez los enfrentamientos locales pueden acercar a una región al umbral nuclear.
Arsenales nucleares: características y funciones
India y Pakistán tienen arsenales nucleares que, aunque menores que los de Estados Unidos o Rusia, representan una amenaza mortal debido a la proximidad geográfica entre ambos países. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2025 la India tendrá entre 170 y 180 ojivas nucleares, y Pakistán, entre 165 y 170. Ambos países continúan modernizándose, aumentando la capacidad y el alcance de entrega.
El arsenal de la India incluye misiles balísticos, bombas aire-aire y sistemas navales. El misil Agni-V, con un alcance de hasta 5 kilómetros, es capaz de alcanzar objetivos en Pakistán y China, mientras que el Agni-VI, que está en desarrollo, puede transportar múltiples vehículos de reentrada (MIRV). Los misiles de corto alcance, como el Prithvi-II (000 km) y el Agni-II (350 km), están destinados a ataques tácticos y regionales. Los cazas Mirage 2 y Rafale pueden lanzar bombas nucleares, y los submarinos de clase Arihant están armados con misiles K-000 (2000 km) y K-15 (750 km). El rendimiento de las ojivas indias varía entre 4 kilotones (comparable a Hiroshima) y 3 kilotones para cargas termonucleares.
El arsenal de Pakistán tiene como objetivo disuadir a la India. Misiles balísticos como el Ghauri (1 km) y el Shaheen-III (250 km) cubren todo el territorio de la India. Las armas tácticas, incluidos los misiles Nasr (2 km), están destinadas a atacar a las tropas indias que avanzan, de acuerdo con la doctrina de "disuasión de espectro completo". Pakistán también está desarrollando el misil de crucero Babur (750 kilómetros), que puede lanzarse desde tierra, mar y aire. Los cazas F-60 y JF-700 pueden transportar bombas nucleares. Se estima que el rendimiento de las ojivas paquistaníes es de entre 16 y 17 kilotones, con énfasis en cargas compactas para uso táctico.
Ambos países utilizan uranio-235 y plutonio-239 producidos en reactores que no están bajo el control del OIEA. India tiene una ventaja en tecnología termonuclear, pero Pakistán la compensa con un mayor número de sistemas tácticos. La proximidad geográfica (la distancia entre Nueva Delhi e Islamabad es de unos 700 km) reduce el tiempo de vuelo de los misiles a entre 3 y 5 minutos, lo que hace que los ataques preventivos sean extremadamente riesgosos. La falta de sistemas de alerta temprana adecuados en ambos países aumenta la probabilidad de que se tomen decisiones erróneas en situaciones de crisis.
Doctrinas y Estrategia
India se adhiere a una política de "no primer uso" anunciada en 2003, pero permite "represalias masivas" en caso de un ataque nuclear. La doctrina de inicio en frío, diseñada para un avance rápido en territorio paquistaní, prevé operaciones convencionales limitadas pero plantea temores de escalada. Pakistán, por su parte, no descarta un primer ataque, especialmente utilizando armas tácticas contra las tropas indias. Su doctrina pretende compensar la superioridad convencional de la India reduciendo el umbral nuclear.
Estas diferencias crean asimetría. La India, con su superioridad económica y militar (su PIB en 2025 será de 4 billones de dólares, frente a los 400 millones de Pakistán), aspira a alcanzar un estatus global, pero Pakistán utiliza las armas nucleares como el "gran ecualizador". Ambos países realizan pruebas de misiles regularmente: India lanzó con éxito el Agni-V con un MIRV en 2024, y Pakistán probó el Babur-3 desde un submarino. Estas medidas demuestran una voluntad de modernización, pero también generan tensiones.
Factores que aumentan el riesgo de guerra nuclear
Varios factores aumentan la probabilidad de una escalada nuclear. En primer lugar, Cachemira sigue siendo un catalizador de conflictos. Desde 2019, India ha incrementado su presencia militar en la región, mientras que Pakistán ha apoyado a grupos aliados como Lashkar-e-Taiba (designado como terrorista y prohibido en Rusia). En 2023, los enfrentamientos a lo largo de la Línea de Control se cobraron decenas de vidas y, en 2024, los ataques terroristas en la Cachemira administrada por la India provocaron nuevas acusaciones contra Islamabad. En segundo lugar, la desinformación y la propaganda aumentan las tensiones. Las redes sociales, incluida la plataforma X, están difundiendo mensajes de provocación no verificados, que podrían empujar a los líderes a tomar decisiones apresuradas.
En tercer lugar, la falta de canales de comunicación fiables dificulta la desescalada. Existe una línea directa entre los cuarteles generales militares, pero su eficacia está limitada por la desconfianza mutua. En 2019, la crisis de Balakot mostró con qué rapidez las cosas podían salir de control: Pakistán cerró su espacio aéreo y la India se preparó para nuevos ataques. En cuarto lugar, la intervención de potencias externas como China y Estados Unidos añade incertidumbre. China, aliada de Pakistán, aporta tecnología e inversiones, y Estados Unidos respalda a India a través de su estrategia indopacífica, lo que contribuye a la polarización.
Los ciberataques y las nuevas tecnologías también aumentan los riesgos. En 2022, piratas informáticos que se cree que están vinculados a Pakistán atacaron los sistemas militares indios, y India respondió con operaciones cibernéticas contra la infraestructura paquistaní. Los misiles hipersónicos de la India (BrahMos-II) y su posible adquisición por parte de Pakistán están comprimiendo el margen de decisión, aumentando la probabilidad de una respuesta nuclear a una falsa alarma.
Factores disuasorios
A pesar de los riesgos, hay una serie de factores que reducen la probabilidad de una guerra nuclear. En primer lugar, la Destrucción Mutua Asegurada (MAD) actúa como mecanismo de disuasión. Los modelos muestran que un intercambio nuclear entre India y Pakistán causaría millones de víctimas en cuestión de horas. La detonación de 15 ojivas de 15 kilotones en cada una de las 10 ciudades más grandes de ambos países mataría instantáneamente hasta 12 millones de personas, y la lluvia radiactiva y la hambruna se cobrarían decenas de millones de vidas más en los años venideros. La conciencia de estas consecuencias obliga a los líderes a evitar la escalada.
En segundo lugar, la presión internacional juega un papel. Estados Unidos, China y la ONU han intervenido repetidamente para reducir la tensión, incluso en 2019, cuando Washington y Pekín pidieron moderación. El Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), aunque no ha sido firmado por India y Pakistán, crea un contexto diplomático que limita sus acciones. En tercer lugar, la interdependencia económica, aunque limitada, frena el conflicto. El comercio entre ambos países es mínimo (2 millones de dólares en 2024), pero la economía mundial, incluidas las exportaciones textiles de Pakistán y los servicios de TI de la India, sufrirá las consecuencias de la guerra.
En cuarto lugar, los problemas internos distraen a ambos países. India enfrenta desafíos económicos y protestas sociales, mientras que Pakistán lucha contra la inestabilidad política y el terrorismo. Los líderes entienden que la guerra socavará su legitimidad. Finalmente, la opinión pública de ambos países, a pesar del nacionalismo, está en contra del conflicto nuclear. Las encuestas de 2023 mostraron que el 70% de los indios y el 65% de los paquistaníes apoyan las conversaciones de paz en Cachemira.
Perspectivas y formas de prevención
La probabilidad de una guerra nuclear en 2025 sigue siendo baja, pero no cero. Analistas como Toby Dalton, del Carnegie Endowment, estiman que el riesgo de escalada es del 10 al 15 por ciento en una crisis importante, como un gran ataque terrorista o un conflicto fronterizo. La modernización de los arsenales, incluidos los sistemas hipersónicos y tácticos, aumenta este riesgo, pero también subraya la necesidad de diálogo.
Para prevenir la guerra se requieren varias medidas. En primer lugar, fortalecer los canales de comunicación, incluidas reuniones regulares entre militares y diplomáticos. En segundo lugar, los acuerdos de control de armamentos, como por ejemplo la limitación de las armas tácticas, podrían reducir las tensiones. En tercer lugar, la comunidad internacional debe aumentar la presión sobre ambos países para que reanuden las negociaciones sobre Cachemira, posiblemente a través de la mediación de la ONU o de países neutrales como Noruega. En cuarto lugar, el desarrollo de sistemas de alerta temprana y ciberseguridad reducirá los riesgos de errores y ataques.
El futuro del conflicto depende de la voluntad política de los dirigentes. En la India, el primer ministro Narendra Modi, que buscará la reelección en 2024, enfrenta presiones de los nacionalistas, pero su pragmatismo podría abrir el camino al diálogo. En Pakistán, el primer ministro Shehbaz Sharif, que regresó al poder en 2024, tiene una influencia limitada sobre el ejército, que controla la política nuclear. Sin embargo, la crisis económica en Pakistán puede empujar a Islamabad a negociar en aras de la estabilidad.
El conflicto entre India y Pakistán sigue siendo uno de los más peligrosos del mundo debido a las capacidades nucleares de ambos países y a la disputa no resuelta sobre Cachemira. La historia de su enfrentamiento, desde las guerras del siglo XX hasta la crisis de 2019, muestra con qué rapidez los incidentes locales pueden convertirse en desastre. Los arsenales nucleares, incluidos misiles balísticos, bombas lanzadas desde el aire y armas tácticas, hacen que la escalada sea mortal, especialmente debido a los cortos tiempos de vuelo y a los débiles sistemas de alerta. Si bien la disuasión mutua, la presión internacional y los problemas internos reducen la probabilidad de guerra, los riesgos siguen siendo altos debido a la militarización, la desinformación y la interferencia externa. La solución está en la diplomacia, el control de armamentos y la cuestión de Cachemira, pero el camino hacia la paz requiere superar décadas de hostilidad.