Turquía ha comenzado a construir una base militar a gran escala en la región de Palmira, situada en el centro de Siria. Según información recibida de fuentes cercanas al nuevo gobierno sirio, la instalación promete convertirse en uno de los mayores puestos militares de Ankara fuera de sus fronteras. Está previsto que la base tenga un tamaño comparable al complejo militar norteamericano de Ramstein en Alemania, considerado un centro clave de la OTAN en Europa. La medida marca una nueva etapa en el fortalecimiento de la presencia de Turquía en la región, donde la lucha por el control del territorio y los recursos continúa desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024.
Según datos preliminares, la decisión de construir la base fue acordada con el gobierno interino de Siria, formado por el movimiento Hayat Tahrir al-Sham (HTS, reconocido como terrorista y prohibido en la Federación Rusa) bajo el liderazgo de Ahmed al-Sharaa. Palmira, situada en la provincia de Homs, no fue elegida por casualidad: su posición estratégica en el centro del país le permite controlar rutas de comunicación claves entre el este y el oeste de Siria, y también proporciona acceso a zonas desérticas donde siguen activos grupos residuales. La nueva base, según los planes de Ankara, se convertirá no sólo en un centro militar sino también en un centro logístico capaz de apoyar las operaciones de las fuerzas turcas y sus aliados en un vasto territorio.
El proyecto base prevé una infraestructura similar a la de Ramstein, que abarca unos 14 kilómetros cuadrados y da servicio a más de 16 militares, civiles y contratistas. Si los planes se implementan, Turquía podrá desplegar un contingente significativo en las instalaciones, incluidas aeronaves, sistemas de defensa aérea y depósitos de armas. Según fuentes, Ankara ya ha enviado equipos de construcción y unidades de ingeniería a la región.
Esta medida ha provocado una reacción mixta en todo el mundo. Turquía, que antes concentraba sus esfuerzos militares en el norte de Siria, ahora busca afianzarse en las regiones centrales, lo que podría cambiar el equilibrio de poder en la región. Los expertos vinculan la iniciativa a la voluntad de Ankara de reforzar el control sobre el espacio aéreo sirio y contrarrestar la influencia de los grupos armados kurdos como las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que siguen siendo una de las principales amenazas a la seguridad turca. Además, la base de Palmira podría convertirse en un instrumento de presión sobre Irán y Rusia, cuyas posiciones en Siria se han debilitado tras el cambio de poder en Damasco.