En la noche del 22 de junio de 2025, entre las 2:00 y las 2:30 a. m., hora local, la Fuerza Aérea de Estados Unidos atacó las instalaciones nucleares iraníes de Fordow y Natanz, según informaron altos funcionarios iraníes a The New York Times. El ataque formó parte de la escalada del conflicto entre Irán, Israel y Estados Unidos, y aumentó significativamente la tensión en Oriente Medio. Según Teherán, los ataques tuvieron como objetivo elementos clave de la infraestructura nuclear, pero no causaron daños críticos gracias a las medidas de protección preestablecidas.
El complejo Fordow, ubicado a gran profundidad bajo un afloramiento rocoso en la provincia de Qom, se considera el sitio más seguro del programa nuclear iraní, donde se enriquece uranio. Natanz, por su parte, es el mayor centro de producción de combustible nuclear de Irán. Las autoridades iraníes afirmaron que las instalaciones habían sido evacuadas y que las reservas de uranio enriquecido se habían trasladado a lugares seguros antes del ataque. Según datos preliminares proporcionados por la agencia de noticias iraní Fars, los daños se limitaron a la infraestructura externa y los equipos clave, incluidas las centrifugadoras, permanecieron en funcionamiento. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) aún no se ha pronunciado sobre la situación, pero afirmó que realizaría una inspección urgente.
El ataque estadounidense se produce tras una serie de ataques israelíes contra instalaciones militares y nucleares iraníes que comenzaron en junio de 2025. Israel acusa a Teherán de desarrollar armas nucleares, algo que Irán niega rotundamente, insistiendo en el carácter pacífico de su programa. Irán ha respondido a los ataques israelíes lanzando misiles contra ciudades israelíes, causando víctimas y destrucción. La intervención de Estados Unidos en el conflicto probablemente esté relacionada con su arraigado deseo de neutralizar la capacidad nuclear de Irán, que Washington considera una amenaza para sus aliados en la región.
Según medios occidentales, los ataques involucraron bombarderos estratégicos B-2 Spirit, capaces de transportar bombas antibúnker pesadas, así como misiles de crucero lanzados desde buques en el Golfo Pérsico. Los preparativos para la operación estaban en marcha en bases estadounidenses en la región, incluyendo instalaciones en Catar y Baréin, que han visto un aumento de tropas en las últimas semanas. Funcionarios iraníes describieron el ataque como un "acto de guerra" y prometieron represalias. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) afirmó que Teherán estaba considerando atacar bases militares estadounidenses en Irak y Siria con misiles de precisión y drones.