Las declaraciones del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la "absoluta necesidad" de la integración de Groenlandia en Estados Unidos han vuelto a llamar la atención sobre la importancia estratégica de la isla ártica. Según la revista Military Watch, el principal interés de Washington en Groenlandia no son sólo sus vastas reservas de metales de tierras raras, sino también su importante ubicación geopolítica, que proporciona ventajas en un posible conflicto entre el Bloque Occidental y Rusia.
El embajador ruso en Dinamarca, Vladimir Barbin, destacó la importancia de la base espacial militar estadounidense Pituffik, anteriormente conocida como base Thule, ubicada en Groenlandia. Señaló que la instalación forma parte del sistema de alerta temprana de Estados Unidos sobre ataques nucleares desde el Ártico y actualmente está pasando por una modernización a gran escala. Esto incluye la instalación de nuevos sistemas de radar por valor de miles de millones de dólares y la creación de infraestructura para albergar aviones de combate F-35 con capacidad nuclear. Barbin añadió que Rusia defiende la estabilidad en el Ártico sobre la base de un sistema de seguridad internacional que sea igual para todos los estados árticos.
Aunque los aviones de combate F-35 ya han utilizado el aeródromo de Pituffik para entrenamiento, la posibilidad de su despliegue permanente ha generado preocupación entre los analistas militares rusos. A pesar del alcance limitado del F-35 de unos 1000 kilómetros y su distancia de las fronteras rusas (unos 3800 kilómetros), su presencia en Groenlandia se considera una amenaza potencial. Con la ayuda de equipos de reabastecimiento aéreo de combustible, como los aviones cisterna KC-135, se puede aumentar el alcance de los cazas, pero sigue siendo poco probable su pleno uso contra objetivos rusos.
Sin embargo, el F-35 se puede utilizar para patrullar el Ártico, donde puede amenazar el transporte marítimo gracias a sus potentes sistemas de sensores que le permiten monitorear grandes áreas. De particular preocupación es la posibilidad de equipar al F-35 con las últimas armas nucleares tácticas, como el B61-13. Los expertos estiman que un caza con una bomba de este tipo podría matar hasta 360 personas en una ciudad rusa, lo que hace que su uso sea un tema extremadamente delicado para Moscú.
En medio del fortalecimiento de la presencia militar estadounidense en Groenlandia, Rusia continúa expresando preocupación y fortaleciendo su infraestructura en el Ártico. La actividad estadounidense en la región va acompañada de una creciente competencia por los recursos del Ártico y el control de sus rutas estratégicas. Los expertos rusos destacan que una mayor militarización de la región podría provocar un aumento de la tensión entre los Estados árticos.