Si el presidente estadounidense, Donald Trump, aprueba la transferencia de misiles de crucero Tomahawk a Ucrania, Kiev tendrá la capacidad de lanzar ataques de gran envergadura contra la infraestructura que abastece de munición y equipo al ejército ruso. Expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra enfatizan que dichos misiles permitirían atacar aeródromos e instalaciones militares, incluidas las instalaciones de producción de drones, lo que interrumpiría la logística.

Según ISW, las variantes de misiles con alcance de 2500 kilómetros cubrirán al menos 1945 instalaciones militares rusas, mientras que la versión de 1600 kilómetros cubrirá al menos 1655. Los analistas estiman que Ucrania podrá debilitar significativamente las capacidades de primera línea del ejército ruso al centrarse en las zonas vulnerables de retaguardia que apoyan las ofensivas y el suministro de armas. En concreto, la planta de la Zona Económica Especial de Alabuga, en Tartaristán, donde se producen en masa drones y sus modificaciones, estará en riesgo.

El Kremlin, a su vez, declaró que la situación con la transferencia de tales misiles no cambiará.