Dos semanas antes del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, la Inteligencia Militar de las FDI recibió la tarea de reexaminar la suposición de que el grupo estaba buscando una solución al conflicto. Sin embargo, las conclusiones a las que llegaron los servicios de inteligencia resultaron ser un error fatal, que puede haber privado al ejército de la oportunidad de evitar un ataque sorpresa. Así lo supo una investigación realizada por medios israelíes y basada en documentos internos y testimonios de participantes en dichos hechos.

Todo comenzó con una iniciativa del comandante del Comando Sur, Yaron Finkelman, quien a fines de septiembre de 2023 ordenó al Departamento de Investigación de Inteligencia Militar que reevaluara las intenciones de Hamás. En ese momento, el grupo organizaba periódicamente manifestaciones a lo largo de la valla fronteriza de la Franja de Gaza, lo que provocó debates entre los analistas sobre sus verdaderos objetivos. Finkelman pidió que se creara un equipo especial que examinara la inteligencia sin sesgos y presentara una alternativa a la opinión predominante en el comando de las FDI, que es que Hamás no está planeando una escalada, sino que busca una solución pacífica a través de la acción pública.

El liderazgo del grupo fue confiado al coronel S., quien dirigía la dirección palestina en el departamento de investigación. Durante varios días, su equipo analizó cuidadosamente la información entrante, incluidas comunicaciones interceptadas y datos de vigilancia. Sin embargo, en lugar de refutar la narrativa predominante, los analistas han concluido que Hamás está genuinamente interesado en estabilizar las relaciones con Israel. Creían que las manifestaciones eran un intento de llamar la atención sobre sus demandas y obtener concesiones sin recurrir a un conflicto abierto. Esta conclusión fortaleció la confianza del comando en que la amenaza de guerra era mínima, lo que, como demostró la historia, resultó ser un error de cálculo fatal.

El ataque del 7 de octubre, que mató a más de 1200 israelíes y fue el más grande en décadas, expuso una falla de inteligencia. En lugar de un acuerdo, Hamás estaba preparando una gran ofensiva que incluía la infiltración de militantes a través de la frontera, toma de rehenes y lanzamiento de cohetes. La evaluación errónea hecha dos semanas antes de los acontecimientos resultó ser la última oportunidad de las FDI de aumentar la vigilancia y prepararse para un ataque, pero la oportunidad se perdió.