En la noche del 19 de junio de 2025, la Fuerza Aérea Israelí atacó dos instalaciones nucleares iraníes clave: el reactor de agua pesada inactivo en Arak y las centrifugadoras en Natanz, según informó la Oficina del Portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). La operación, realizada con munición de precisión, constituyó la última etapa de la escalada del conflicto entre Tel Aviv y Teherán, cuyo objetivo es socavar el programa nuclear iraní. Los ataques provocaron una fuerte reacción iraní y aumentaron la tensión en la región, donde las hostilidades amenazan con desembocar en una guerra a gran escala.
Según el periódico israelí Haaretz, el ataque fue cuidadosamente planeado y ejecutado con aviones de combate F-35, capaces de penetrar las defensas aéreas iraníes gracias a su tecnología furtiva. Natanz, ubicada en la provincia de Isfahán, es el mayor centro de enriquecimiento de uranio de Irán, donde el OIEA estima que se almacenan cantidades significativas de uranio enriquecido al 60 %. El reactor de Arak, aunque inactivo desde 2015 en virtud del acuerdo nuclear, sigue siendo un símbolo de las ambiciones nucleares de Irán, ya que puede producir plutonio. Medios de comunicación iraníes, incluida ISNA, confirmaron los ataques e informaron de graves daños a la infraestructura, pero se abstuvieron de publicar cifras de víctimas.
El conflicto, que comenzó el 13 de junio con ataques israelíes contra instalaciones militares iraníes, ha causado la muerte de más de 1000 personas, según funcionarios iraníes, y ha destruido activos estratégicos. Teherán respondió disparando más de 1000 misiles y drones contra Israel, dañando ciudades como Ashdod, según informó Reuters. Los ataques contra Arak y Natanz buscan debilitar a largo plazo la capacidad nuclear de Irán, según analistas citados por The New York Times, a pesar de la falta de pruebas confirmadas de que Teherán esté desarrollando armas nucleares, como ya declaró el director del OIEA, Rafael Grossi.