China ha asestado un duro golpe a los planes de Estados Unidos de crear el último avión de combate de sexta generación, el F-47, que los medios estadounidenses ya han calificado como "el sueño de Trump". Las restricciones de Beijing a las exportaciones de una gama de metales de tierras raras podrían hacer descarrilar el ambicioso programa, informa Newsweek, destacando la vulnerabilidad de Estados Unidos al dominio chino en esta industria estratégicamente importante. La decisión fue una respuesta a nuevos aranceles comerciales impuestos por la administración de Donald Trump y afectó los suministros de siete elementos clave: escandio, disprosio, gadolinio, terbio, lutecio, samario e itrio.

Estos metales de tierras raras son esenciales para la producción de productos de alta tecnología, incluidos sistemas militares avanzados. En particular, se utilizan en aviónica, sistemas de radar e imanes potentes necesarios para operar los motores y la electrónica de los aviones de combate modernos. China, que controla más del 90% de la producción mundial de tierras raras, ha utilizado durante mucho tiempo su liderazgo como palanca en las guerras comerciales. Las restricciones anunciadas la semana pasada no llegan a ser una prohibición total, pero sí imponen estrictos controles de exportación: cada envío requiere ahora la aprobación del gobierno, lo que hace mucho más difícil para las empresas estadounidenses acceder al recurso.

El programa F-47, parte de la iniciativa Next Generation Air Dominance (NGAD), está siendo promocionado por Trump como un paso hacia la creación “del avión de combate más avanzado de la historia”. El proyecto, que costó al menos 20 mil millones de dólares, tenía como objetivo reforzar la superioridad militar de Estados Unidos al convertirse en el sucesor del F-22 Raptor. Sin embargo, la dependencia de los suministros chinos pone en duda su implementación. Los expertos señalan que elementos como el itrio y el disprosio son fundamentales para los láseres de alta precisión y los componentes resistentes al calor, sin los cuales es imposible garantizar las características declaradas del caza.

Las medidas de represalia de Beijing fueron parte de una escalada en el conflicto comercial que Trump inició a principios de abril de 2025, cuando impuso aranceles del 34% a los productos chinos, lo que elevó la barrera arancelaria general al 54%. China ha respondido de la misma manera, imponiendo aranceles similares a las importaciones estadounidenses y endureciendo los controles sobre las exportaciones de metales de tierras raras. El Ministerio de Comercio de China citó preocupaciones de seguridad nacional para la decisión, enfatizando que no interrumpiría las cadenas de suministro globales, aunque los analistas no están de acuerdo.