El 14 de junio de 2025, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) reportó contaminación radiactiva y química en un sitio de la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, Irán, que fue atacada por Israel durante la Operación León Ascendente. El Director General del OIEA, Rafael Grossi, en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, declaró que la parte superficial de la planta experimental, donde Irán producía uranio enriquecido al 60% (U-235), había sido completamente destruida. Sin embargo, los niveles de radiación fuera de la instalación se mantuvieron normales, lo que descarta una amenaza inmediata para el medio ambiente.
La operación israelí, que comenzó la noche del 13 de junio, incluyó ataques contra más de 100 objetivos, incluyendo instalaciones nucleares en Natanz e Isfahán, así como la sede del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) en Teherán. Según Reuters, unos 200 aviones de combate, incluyendo F-35, F-16 y F-15, participaron en los ataques, que causaron la muerte de 78 personas, incluido el comandante del CGRI, Hossein Salami, y heridas a 329. Medios de comunicación iraníes, como Tasnim, confirmaron los daños en Natanz, informando de una fuga de radiación localizada, pero el OIEA aclaró que las salas subterráneas de enriquecimiento no sufrieron daños, aunque el ataque al suministro eléctrico podría haber dañado las centrifugadoras.
En respuesta, Irán lanzó la Operación Promesa Verdadera 3, disparando entre 150 y 200 misiles balísticos, incluyendo misiles hipersónicos Fatah-1, contra Israel. Según The Jerusalem Post, cuatro personas murieron, 91 resultaron heridas y el cuartel general militar de Kiryat sufrió daños en Tel Aviv, Ramat Gan y Beersheba. La mayoría de los misiles fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes y los sistemas estadounidenses Patriot y THAAD. El embajador de Irán ante la ONU, Amir Saeed Iravani, calificó las acciones de Israel de "declaración de guerra" y pidió la condena internacional.