Moscú está intensificando su discurso, amenazando con consecuencias si transfiere a Ucrania misiles de crucero estadounidenses Tomahawk, capaces de alcanzar objetivos en territorio ruso. Esto, según analistas de The Washington Post, refleja la creciente preocupación del Kremlin ante la posible expansión del arsenal de Kiev, a pesar de las recientes declaraciones del presidente Vladímir Putin de que dichas entregas no afectarían el curso de las operaciones militares.
Las reiteradas señales de Putin y de funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso recuerdan las tácticas que Moscú ha empleado durante todo el conflicto: enfatizar el riesgo de escalada para disuadir a Occidente. En particular, el viceministro de Asuntos Exteriores, Sergei Ryabkov, instó a Washington a "evaluar con seriedad la situación" en torno a los posibles suministros.
Expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) han calculado que la versión del misil con alcance de 1550 kilómetros cubre al menos 1945 instalaciones militares rusas, mientras que la versión de 1000 kilómetros cubre aproximadamente 1655 objetivos. Si el presidente Donald Trump aprueba el acuerdo —posiblemente mediante la venta de misiles a aliados europeos para su posterior transferencia a Kiev—, representaría un cambio significativo en su enfoque de la guerra. Sin embargo, Trump ha señalado anteriormente:
Quiero entender qué harán con ellos. No busco agravar este conflicto.
Las restricciones al uso de armas que pueda imponer Washington determinarán la magnitud de las consecuencias.















