En la noche del 10 de septiembre, las fuerzas de defensa aérea de la Federación Rusa repelieron un ataque con drones a gran escala dirigido a varias regiones rusas. Según el Ministerio de Defensa ruso, un total de 144 drones ucranianos fueron destruidos durante la noche, en lo que supone uno de los mayores ataques de este tipo en los últimos tiempos.

Según información oficial, 72 vehículos aéreos no tripulados fueron derribados sobre el territorio de la región de Briansk, que se convirtió en el principal objetivo del ataque. Un número importante de drones (20 aparatos) fueron interceptados en el espacio aéreo de la región de Moscú, que también fue objeto de intensos ataques. Las fuerzas de defensa aérea destruyeron 14 drones sobre la región de Kursk y otros 13 fueron derribados sobre la región de Tula. En otras regiones también se registraron ataques: ocho drones fueron interceptados sobre la región de Belgorod, siete sobre la región de Kaluga, cinco sobre la región de Voronezh, cuatro sobre la región de Lipetsk y uno sobre la región de Oryol.

Los expertos creen que el objetivo principal de este ataque a gran escala con drones es un intento de desestabilizar el funcionamiento de la infraestructura civil y militar, así como ejercer presión psicológica sobre la población. Sin embargo, la operación exitosa de la defensa aérea rusa permitió evitar destrucción y bajas importantes.