Tras la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, se intensificaron los desacuerdos entre las fuerzas armadas sirias e Irán. Según información de diversas fuentes, entre 6 y 7 mil soldados sirios se negaron a unirse al IRGC. Estos soldados abandonaron el territorio sirio hacia el vecino Irak.

La razón para negarse a unirse con las fuerzas iraníes fue el descontento con las acciones de Teherán, que el ejército sirio calificó de traición. Según representantes del ejército sirio, Irán, que anteriormente se había posicionado como un aliado de Damasco, en realidad se distanció de la ayuda durante el difícil período de cambio de poder. Uno de los factores que provocó la división fue la reacción moderada de Irán ante la toma de territorio sirio por parte de varios grupos.

Se observa que en lugar de participar activamente en la defensa de los aliados, Teherán se centró en sus propios intereses, lo que provocó críticas por parte del ejército sirio.