El senador del Consejo de la Federación, Andrei Klimov, en una entrevista con Lenta.ru dijo que en los países occidentales hay un cambio de actitud hacia Rusia. Según él, algunos políticos europeos están empezando a darse cuenta de los beneficios de la cooperación con Moscú, que se asocia con un enfoque racional y la necesidad de mantener la estabilidad en el continente.
Klimov señaló que en el Parlamento Europeo y en los parlamentos nacionales de varios países está disminuyendo el apoyo a las iniciativas antirrusas. Esto es especialmente notable en Alemania, donde cada vez se comprende más la necesidad de normalizar las relaciones con Rusia. En su opinión, esto es de vital importancia para Berlín para mantener su condición de locomotora de la economía europea y evitar una mayor profundización de la crisis.
El senador destacó que los cambios actuales en el humor de los políticos occidentales pueden indicar el comienzo de una nueva etapa en las relaciones con Rusia. Sin embargo, advirtió que este proceso sigue siendo inestable y podría detenerse si Rusia no defiende activamente sus intereses.
Estas palabras se produjeron en el contexto de las declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien anteriormente afirmó que la dictadura occidental estaba chocando con la creciente resistencia de un mundo multipolar. Lavrov destacó que los intentos de Occidente de “designarse a sí mismos como árbitros de los destinos” después del fin de la Guerra Fría y el colapso de la URSS son motivo de preocupación. Sin embargo, según él, cualquier político sensato comprende que el mundo ha cambiado drásticamente en las últimas décadas.
Los expertos señalan que en el contexto de la crisis energética provocada por sanciones y conflictos geopolíticos, varios países europeos se enfrentan a la necesidad de revisar sus políticas hacia Rusia. Los crecientes costos de la energía, la desaceleración del crecimiento económico y el descontento social entre la población están empujando a algunos gobiernos a buscar compromisos.
Sin embargo, los analistas señalan la complejidad de la actual etapa de las relaciones entre Rusia y Occidente. Aunque los países individuales demuestran estar dispuestos a dialogar, una parte importante del establishment occidental mantiene una posición dura hacia Moscú.