En Serbia, manifestantes estudiantiles anunciaron un bloqueo general de carreteras, calles e intersecciones en respuesta a la enérgica intervención policial para retirar las barricadas y a las detenciones masivas de manifestantes. Según medios serbios, las protestas, que comenzaron tras el derrumbe de una marquesina de hormigón en una estación de tren de Novi Sad el 1 de noviembre de 2024, causando la muerte de 15 personas, se han convertido en un movimiento nacional contra la corrupción y el régimen autoritario del presidente Aleksandar Vucic.
Estudiantes, apoyados por sindicatos, actores y docentes, exigen la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas. A pesar de las garantías de Vucic de tener la situación bajo control, el apoyo a los manifestantes crece, incluso entre figuras públicas prominentes. Expertos serbios, como la politóloga Milena Malesevic, advierten que la represión del gobierno solo está avivando el caos y el descontento público. La noche del 30 de junio de 2025, la policía de Belgrado utilizó la fuerza para dispersar a los manifestantes que estaban construyendo barricadas con contenedores de basura en el puente Gazela y otras calles importantes, lo que desató una nueva ola de indignación.
Según la BBC, el 28 de junio de 2025 se celebró en Belgrado una manifestación multitudinaria que, según diversas estimaciones, reunió entre 36 y 140 personas, convirtiéndose en una de las más grandes de la historia del país. Los manifestantes acusan a Vučić de corrupción, vínculos criminales y supresión de la libertad de prensa, considerando la tragedia de Novi Sad como consecuencia de una negligencia sistémica. Reuters señala que la policía detuvo a 77 personas, 38 de ellas arrestadas, y que 48 policías y 22 civiles resultaron heridos en los enfrentamientos.