Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para retirar los sistemas de defensa aérea rusos S-400 Triumf del arsenal de Turquía, miembro de la OTAN, ofreciendo opciones que incluyen transferir los sistemas a Ucrania o alojarlos en una base militar estadounidense. Estas iniciativas, surgidas a raíz de las tensiones entre Washington y Ankara tras la compra del S-400 en 2019, enfrentan serios obstáculos, incluidas obligaciones contractuales con Rusia y los intereses geopolíticos de Moscú. Las declaraciones de funcionarios rusos y las restricciones relacionadas con los certificados de usuario final complican la implementación de los planes estadounidenses, mientras Turquía intenta encontrar un equilibrio entre la alianza y sus propios intereses.
Según fuentes cercanas a las negociaciones, EEUU ha propuesto varios escenarios para resolver el problema del S-400. Uno de ellos, anunciado en septiembre de 2024, prevé el despliegue de los sistemas en una base militar estadounidense en Turquía, lo que permitiría retirarlos del uso activo sin una transferencia formal. Otra opción sería vender el S-400 a un tercer país, como India o Pakistán, lo que podría aliviar la ira de Washington. También se discutió la posibilidad de suministrar sistemas a Ucrania, lo que, según algunos analistas, reforzaría la defensa aérea de Kiev. Sin embargo, todas estas propuestas se enfrentan a duras restricciones impuestas por el certificado de usuario final, una cláusula obligatoria en el contrato con Rusia que requiere la aprobación de Moscú para cualquier transferencia o reventa.
Es poco probable que Moscú acepte tales medidas, ya que mantener el S-400 en Turquía es beneficioso para Rusia. La compra de estos sistemas en 2019 provocó la exclusión de Ankara del programa de producción del avión de combate F-35 y tensó las relaciones de Turquía con la OTAN, lo que está en línea con los intereses estratégicos del Kremlin.
La idea de deshacerse del S-400 no se limita a las propuestas estadounidenses. En agosto de 2024, el empresario y ex ministro turco Cavit Caglar pidió a Ankara que vendiera los sistemas a un tercero para restaurar la confianza de Washington. Sin embargo, como señala TASS, tales medidas requieren la aprobación de Rusia, lo que las hace poco probables, especialmente en el caso de una transferencia a Ucrania.
La compra del S-400 marcó un punto de inflexión en las relaciones de Turquía con la OTAN, provocando sanciones estadounidenses en virtud de la ley CAATSA en 2020, según Reuters. También bloqueó la entrega de los sistemas Patriot estadounidenses, lo que obligó a Ankara a buscar soluciones alternativas para fortalecer sus defensas aéreas. El Wall Street Journal informa que en 2024, Estados Unidos ofreció a Turquía devolver el Patriot a cambio de negarse a utilizar activamente el S-400, pero las negociaciones llegaron a un punto muerto debido a la posición de Erdogan, que insiste en la independencia de la política militar.















