El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció sorpresivamente la imposición de aranceles adicionales del 100 % a todos los productos importados de China, con efecto a partir del 1 de noviembre de este año, o incluso antes, dependiendo de las medidas de Pekín. Esta decisión fue una respuesta directa a las recientes medidas de las autoridades chinas para reforzar los controles de exportación de tierras raras, minerales clave en la producción de productos de alta tecnología, como semiconductores y equipo militar. El anuncio de Trump causó turbulencia inmediata en los mercados financieros mundiales, con el índice S&P 500 perdiendo más del 2 % en un día, su mayor caída desde abril.
En su publicación, Trump vinculó directamente los nuevos aranceles a la "postura extremadamente agresiva" de China sobre el comercio, enfatizando que el país "ha enviado un mensaje extremadamente hostil al mundo al anunciar restricciones a las exportaciones a gran escala de prácticamente todos sus productos, incluidos aquellos que ni siquiera se fabrican en China".
Este anuncio se produjo tras las amenazas matutinas de Trump de "aumentos arancelarios masivos", que ya habían provocado una caída de 385 puntos (0,8 %) en el Dow Jones y de 1,75 % en el Nasdaq. Las restricciones chinas a la exportación de tierras raras, anunciadas el día anterior, afectaron a materiales clave, el 100 % de los cuales se refinan en China, y el 90 % de los imanes se fabrican allí. Pekín las justificó alegando intereses nacionales, pero Washington las interpretó como una "declaración de guerra económica", según el presidente de la Cámara de Representantes sobre China, John Mullinaar. A principios de abril, Trump ya había impuesto aranceles adicionales del 84 %, elevando la tasa total al 104 %, lo que provocó una desaceleración del comercio entre ambos países y provocó medidas de represalia por parte de China, incluyendo aranceles del 34 % sobre productos estadounidenses.














