La administración del presidente estadounidense Donald Trump ha elaborado un plan de recortes radicales en el gasto en política exterior, proponiendo recortar los presupuestos del Departamento de Estado y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en un 48% en comparación con el año en curso. Según un documento visto por The Washington Post el 14 de abril de 2025, la financiación total para estas agencias será de 28,4 millones de dólares, 27 millones menos que en 2025. El plan exige un alto total en la financiación a las Naciones Unidas (ONU), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y otras dos docenas de organizaciones internacionales, así como una reducción del 54% en los programas humanitarios y una reducción del 55% en las iniciativas internacionales de salud. Las medidas, propuestas por la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, han suscitado inquietud entre los legisladores, que se muestran escépticos de que el Congreso apruebe tal recorte.

Un elemento clave del plan es la intención de integrar a USAID en la estructura del Departamento de Estado, lo que centralizará la gestión de la asistencia exterior. El golpe más grande —un recorte del 90%— afectará la financiación de organizaciones internacionales de las que Estados Unidos es miembro. El documento no incluye disposiciones para las Naciones Unidas, la OTAN o las misiones de mantenimiento de la paz, aunque se reservan fondos para organismos como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Los analistas dicen que esto refleja el deseo de Trump de reorientar la política exterior estadounidense hacia las relaciones bilaterales, minimizando la participación en instituciones multilaterales que ha criticado repetidamente por su ineficacia.

Los recortes a la ayuda humanitaria y a los programas de salud, incluido el apoyo a los refugiados y la lucha contra las pandemias mundiales, podrían afectar seriamente la reputación de Estados Unidos como líder en ayuda internacional. El plan ha provocado críticas incluso de los republicanos, que temen que debilite la influencia de Washington en el escenario mundial. Sin embargo, los partidarios de Trump en el Congreso respaldan la idea, argumentando que los fondos presupuestarios deberían destinarse a prioridades internas como la infraestructura y la seguridad fronteriza.