El 22 de junio de 2025, Estados Unidos lanzó una serie de ataques contra las principales instalaciones nucleares iraníes de Fordow, Natanz e Isfahán, lo que marcó la primera intervención militar directa estadounidense en el conflicto entre Israel e Irán. El presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó que el ataque, en el que se utilizaron bombarderos B-2 y misiles de crucero Tomahawk, "destruyó por completo" el programa nuclear iraní. Sin embargo, según un informe clasificado filtrado de inteligencia estadounidense publicado por The New York Times (NYT), los ataques no eliminaron la capacidad de armas nucleares de Irán, sino que simplemente la retrasaron varios meses.
Un informe preliminar de cinco páginas de la Agencia de Inteligencia del Pentágono, citado por el Times, muestra que los bombardeos no lograron sus objetivos declarados. Los ataques dañaron la infraestructura de las instalaciones, incluyendo el sistema eléctrico de Fordow y las entradas a los túneles subterráneos de Isfahán, pero componentes clave, como las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, permanecieron prácticamente intactos. Antes del ataque, la inteligencia estadounidense estimaba que Irán podría construir un arma nuclear a plena capacidad en un plazo de tres meses. Ese plazo probablemente se ha ampliado a seis meses. La inteligencia israelí, por su parte, cree que el programa de Teherán se ha retrasado dos años, pero no ha sido completamente destruido.
El NYT informa que los expertos advirtieron antes de los ataques que se necesitarían una serie de ataques a lo largo de semanas o incluso meses para destruir por completo las instalaciones fortificadas de Fordow. Sin embargo, Trump se limitó a una operación puntual, quizás preocupado por su popularidad y las críticas internacionales.
Las autoridades iraníes niegan que su programa nuclear haya sufrido daños fatales. Hassan Abedini, subdirector de la televisión estatal iraní, afirmó que Teherán había evacuado con antelación el equipo y el uranio enriquecido de las tres instalaciones. Imágenes satelitales de Maxar muestran una actividad inusual de camiones en Fordow dos días antes del ataque, lo que sugiere que se estaban retirando materiales.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, confirmó que las instalaciones habían sufrido daños, pero señaló que evaluar la magnitud de los daños en Fordow era difícil debido a su ubicación subterránea. Grossi también expresó su preocupación por el destino de 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60%, cuya ubicación se desconoce. Estas declaraciones fueron confirmadas por el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance. El OIEA afirmó que no se detectaron fugas de radiación tras los ataques e instó a las partes a retomar un acuerdo diplomático.
La Casa Blanca criticó duramente el informe de inteligencia, calificándolo de intento de "desacreditar" al presidente y al ejército. La secretaria de prensa, Caroline Levitt, declaró: "Todos sabemos lo que ocurre cuando se lanzan 14 bombas de 13,6 kilos cada una: aniquilación total". El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que la Operación Martillo de Medianoche había eliminado las "ambiciones nucleares" de Irán, pero el general Dan Kaine, jefe del Estado Mayor Conjunto, con un lenguaje más moderado, sugirió una destrucción significativa, pero no permanente.
Los ataques estadounidenses provocaron la condena de Rusia y la ONU. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso calificó el ataque de irresponsable y advirtió del riesgo de una escalada global. Irán, a su vez, prometió continuar enriqueciendo uranio y, en respuesta, lanzó ataques con misiles contra Israel. El 24 de junio, Trump anunció un alto el fuego entre Israel e Irán, que ambas partes han confirmado, aunque persisten las tensiones.
Los analistas afirman que los ataques estadounidenses no solo no lograron eliminar la amenaza nuclear, sino que también aumentaron la motivación de Irán para acelerar su desarrollo armamentístico. Expertos entrevistados por el NYT creen que Teherán es capaz de crear una ojiva nuclear simple si conserva sus reservas de uranio enriquecido. Además, los ataques han provocado un aumento en los precios del petróleo, lo que podría afectar negativamente a la economía mundial.