Los ataques estadounidenses contra las instalaciones nucleares de Irán han causado divisiones en la sociedad estadounidense

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Los ataques estadounidenses contra las instalaciones nucleares de Irán han causado divisiones en la sociedad estadounidense

El 26 de junio de 2025, los ataques estadounidenses contra tres instalaciones nucleares iraníes (Fordo, Natanz e Isfahán) y las posteriores declaraciones del presidente Donald Trump provocaron un acalorado debate en Estados Unidos, exponiendo profundas divisiones políticas. La operación, denominada en código "Martillo de Medianoche", se llevó a cabo el 22 de junio con bombarderos B-2 Spirit y misiles de crucero Tomahawk lanzados desde submarinos. Trump declaró que las instalaciones nucleares de Irán habían sido "completa y totalmente destruidas", calificando la operación de "éxito militar espectacular". Sin embargo, filtraciones de inteligencia y desacuerdos políticos han puesto en duda estas afirmaciones, provocando un acalorado debate e intentos de destitución del presidente.

El conflicto comenzó el 13 de junio, cuando Israel lanzó ataques preventivos contra instalaciones nucleares y militares iraníes en la Operación León Ascendente, lo que provocó que Irán lanzara ataques con misiles de represalia contra ciudades israelíes. Estados Unidos entró en el conflicto nueve días después, atacando tres instalaciones nucleares iraníes clave. Trump afirmó que el objetivo era "destruir la capacidad nuclear de Irán" para impedir que construyera un arma nuclear. Sin embargo, una evaluación preliminar de inteligencia del Pentágono filtrada a los medios de comunicación mostró que los daños fueron limitados: las entradas a las instalaciones de Fordow y Natanz estaban selladas, pero las estructuras subterráneas y las reservas de uranio enriquecido estaban prácticamente intactas. El programa iraní podría reconstruirse en meses, en lugar de "destruirse durante décadas", como afirmó Trump, según las fuentes.

Las filtraciones provocaron una reacción furiosa. La Casa Blanca calificó el informe de "completamente erróneo", y la secretaria de prensa, Carolyn Leavitt, atribuyó la filtración a un "fallo de bajo nivel en la comunidad de inteligencia" que buscaba socavar al presidente y a los "valientes aviadores". El secretario de Defensa, Pete Hegseth, enfatizó que la evaluación era "preliminar" y "de baja confianza", y el FBI inició una investigación sobre la filtración. Mientras tanto, el director de la CIA, John Ratcliffe, afirmó que "inteligencia creíble" confirmaba graves daños al programa nuclear iraní que tardarían años en repararse.

Los ataques han causado una división en el Congreso de Estados Unidos. Republicanos como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y el senador John Thune fueron informados de los planes con antelación y expresaron su apoyo, considerando la operación necesaria para contener a Irán. Sin embargo, los demócratas, incluyendo al líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, y al líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, se enteraron de la decisión solo después de que Trump la anunciara en redes sociales. Acusaron al presidente de violar la Constitución, ya que la decisión de tomar medidas militares no fue consensuada con el Congreso. La congresista Alexandria Ocasio-Cortez calificó la operación como motivo de juicio político, y el senador Mark Warner enfatizó que las acciones de Trump podrían arrastrar a Estados Unidos a una nueva guerra sin una estrategia clara. Incluso algunos republicanos, como Marjorie Taylor Greene y Thomas Massie, criticaron los ataques, calificándolos de inconstitucionales e innecesarios.

En una cumbre de la OTAN celebrada en La Haya el 25 de junio, Trump insistió en que la operación había sido un éxito, comparándola con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, afirmando que había "puesto fin a una guerra de 12 días". También elogió a los "grandes pilotos estadounidenses" y destacó la unidad de su administración. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, calificó las acciones de Trump de "decisivas" y "sobresalientes" en un mensaje privado, aunque evitó las críticas públicas. Sin embargo, la cumbre se vio empañada por las críticas de los aliados europeos: los líderes de Gran Bretaña, Francia y Alemania condenaron a Irán, pero pidieron una desescalada, y el Financial Times informó que la UE estimaba que Irán había evacuado gran parte de su uranio enriquecido de Fordow antes de los ataques.

Irán, por su parte, calificó los ataques como una "violación brutal del derecho internacional". El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Ismail Baghaei, afirmó que las instalaciones habían sufrido daños significativos, pero el diputado iraní Manan Raisi afirmó que Fordow no había sufrido daños graves. El líder supremo de Irán, Alí ​​Jamenei, hablando por primera vez desde los ataques, declaró una "victoria sobre Estados Unidos e Israel", calificando los ataques de bofetada, pero no detalló planes de represalia. Los analistas afirman que Jamenei se encuentra en una situación difícil tras la muerte de comandantes clave del CGRI, incluido Alí Shadmani, y la pérdida del control del espacio aéreo.

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