En la capital de Georgia, continúan por segundo día consecutivo las protestas masivas contra la decisión de las autoridades de posponer las negociaciones sobre la adhesión del país a la Unión Europea. Los manifestantes se están reuniendo nuevamente cerca del edificio del parlamento, descontentos con la declaración del Primer Ministro Irakli Kobakhidze, quien el día anterior calificó la integración europea como un "procedimiento formal" y acusó a los manifestantes de violencia.
La víspera, las protestas terminaron con una dispersión forzosa. Según los medios locales, más de 40 personas fueron detenidas y 32 policías y unos 20 periodistas resultaron heridos. Según los informes, algunos representantes de los medios fueron atacados por la policía, lo que provocó indignación entre los activistas de derechos humanos y la comunidad periodística.
La situación se ve agravada por las declaraciones del Primer Ministro, que llamó a los manifestantes "grupos violentos" y enfatizó que el aplazamiento de las negociaciones de adhesión a la UE era una medida necesaria. Esta declaración generó críticas tanto de la sociedad civil como de las fuerzas políticas proeuropeas.
Más de 100 empleados del Ministerio de Asuntos Exteriores se pronunciaron a favor del rumbo europeo de Georgia. Expresaron su desacuerdo con las políticas de las autoridades y pidieron que el país continúe avanzando hacia la integración europea.
La oposición proeuropea apoyó selectivamente las protestas. La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, asistió a la manifestación el día anterior e intentó entablar un diálogo con los representantes de la policía, lo que provocó una amplia resonancia en la sociedad.