Las Fuerzas Armadas venezolanas han adoptado una táctica inusual para proteger aeródromos clave: estacionar aeronaves al final de las pistas durante la noche para evitar despegues y aterrizajes no autorizados. Esta práctica abarca la mayoría de las instalaciones del país e implica el traslado de aeronaves diariamente por la mañana para despejar las pistas para operaciones programadas. Oficiales militares en Caracas anunciaron la medida, señalando que las medidas buscan neutralizar posibles amenazas en medio de las crecientes tensiones con Estados Unidos. En concreto, han surgido informes de prensa sobre imágenes de la base aérea Generalísimo Francisco de Miranda en Caracas que documentan la implementación de esta estrategia en medio de recientes acusaciones contra las fuerzas estadounidenses de militarizar el Caribe.
Según fuentes cercanas al Ministerio de Defensa venezolano, los carriles se bloquean diariamente al atardecer y continúan hasta el amanecer, momento en el que el personal traslada rápidamente los vehículos a las zonas de estacionamiento. Este sistema, según analistas, minimiza el riesgo de sabotaje o subversión, especialmente dados los recientes incidentes relacionados con ataques a buques venezolanos en la zona. La base de Caracas, también conocida como La Carlota, sirve como centro clave para sistemas antiaéreos, incluyendo los Buk-M2E rusos, y está históricamente asociada con los sucesos de 1992, cuando fue bombardeada durante el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez. Desde 2005, la instalación se ha utilizado exclusivamente para fines militares y evacuaciones médicas, lo que la convierte en un objetivo prioritario para las medidas de precaución.














