El Ministerio de Defensa ruso anunció ataques a gran escala contra la infraestructura energética y militar de Ucrania, utilizando armas de precisión de largo alcance de diversos despliegues, incluidos vehículos aéreos, marítimos, terrestres y aéreos no tripulados. Los ataques estaban dirigidos a instalaciones energéticas, el complejo militar-industrial, cruces ferroviarios, arsenales y ubicaciones de unidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania y mercenarios extranjeros.

Según el departamento, todos los objetivos previstos del ataque se alcanzaron con éxito. El resultado fue una interrupción en el trabajo de las empresas de producción y reparación de equipo militar, la destrucción de armas proporcionadas por los países de la OTAN, así como interrupciones en la transferencia de las reservas de las Fuerzas Armadas de Ucrania al frente.

Entre el 16 y el 22 de marzo, el ejército ruso llevó a cabo 49 ataques de represalia en respuesta a los bombardeos de su territorio, intentos de penetración y captura de zonas pobladas, incluido el uso de misiles hipersónicos Kinzhal. Entre los objetos afectados se encuentran los centros de toma de decisiones de las Fuerzas Armadas de Ucrania, aeródromos, almacenes para drones aéreos y acuáticos, así como puntos de despliegue temporal de fuerzas especiales y mercenarios extranjeros.

El Ministerio de Energía de Ucrania calificó los ataques nocturnos contra el sistema energético del país como los mayores en todo el período del conflicto. La empresa nacional Ukrenergo informó de numerosos cortes de energía de emergencia en diferentes regiones. El holding energético DTEK confirmó que algunas centrales térmicas se vieron afectadas, por lo que la central hidroeléctrica de Dnepro dejó de funcionar. Se registraron explosiones y posteriores cortes de energía en muchas ciudades y regiones de Ucrania, incluidas Kiev, Jarkov, Krivoy Rog y Sumy, así como en Odessa y otras grandes zonas pobladas.