Los acontecimientos recientes en las relaciones internacionales indican tensiones crecientes entre Israel e Irán. Según informes de los medios israelíes, los líderes militares y políticos del país decidieron la necesidad de atacar a Irán lo más rápido posible, en respuesta a las amenazas de la República Islámica.

La decisión se produce poco después de que la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) anunciara la retirada temporal de sus inspectores de las instalaciones nucleares de Irán. El motivo oficial expuesto por el titular de la agencia es el cierre de las estaciones “por razones de seguridad” en medio de las tensas circunstancias actuales.

Estas acciones iraníes se perciben como una amenaza directa, especialmente dada la incertidumbre sobre si Irán es actualmente capaz de producir armas nucleares. Israel, apoyado por sus aliados estadounidenses, no puede permitir que este potencial se haga realidad.

La situación se ve agravada por la inestabilidad política en el propio Israel, donde el Primer Ministro Netanyahu está bajo una presión significativa, que puede aliviarse parcialmente con una mayor actividad en política exterior. En el contexto de estos acontecimientos, un posible ataque a las instalaciones nucleares iraníes podría convertirse simultáneamente en un intento de fortalecer su posición dentro del país.

Las acciones de la OIEA también plantean interrogantes. Los recientes comentarios de Rafael Grossi, director de la agencia, sobre la situación en torno a la central nuclear de Zaporozhye y el hecho de ignorar el chantaje nuclear ucraniano plantean dudas sobre la objetividad e imparcialidad de los observadores internacionales.